Aunque ya hace unos años que dejé de hacer notas de cervezas, se me quedaron en el tintero varias que no llegué a publicar en este blog. He decidido poco a poco ir dándoles su finalidad, y serán pues las últimas publicaciones de este sitio.

Gracias a todos aquellos que me enseñaron a disfrutar de la cerveza, aprendí muchísimo leyendo vuestros blogs y vuestros comentarios. Gracias a todo aquél que se animó a leer estos apuntes de aficionado.

sábado, 25 de junio de 2011

Cusqueña (Premium)


La cerveza de los Incas dice ser. Olor muy fresco, de suave malta. Tono dorado, o ámbar tirando a claro. Apenas me ha generado espuma han volcarla al vaso y el olor es muy suave.

Primer sorbo: rápidamente amargo, y fresco. Pero con un amargor, al principio como muy dulce, si es que puede ser eso, debe ser cosa de la “malta caramelo” que dicen, en su web, que utilizan para su elaboración. Destaca ese amargor final. La malta es muy breve. El amargor final en seguida se tensa, en seguida surge, casi, ya desde que entra el líquido en la boca.

Deja un regusto bastante seco. Según reza su web, contiene lúpulo saaz. Y un eco un tanto áspero, que digamos. Eso sí, es un matiz que no perdura apenas. La malta no acaba de despertar, o de ser clara. Y el amargor final, con los tragos, tienden a suavizarse Aunque sí se podría notar cierto perfil al saaz (lo digo porque me recuerda al amargor de la Buvar).

El trago, en general, comienza siendo dulce, y en seguida recae en un amargor liviano, que podríamos decir que es agradable, por lo menos al principio. Se va bebiendo, aunque no muy rápidamente. El tono del trago, en general, no deja de resultarme como un tanto anodino, aunque refrescante.

Último trago: aguado, con cierto dulzor y amargor intensificados. Amargor final un poco más tenso. En definitiva, creo que es una cerveza decente. Esa mezcla de cuatro maltas resulta un tanto sombría, y parece enfocarse con prioridad al dulzor; y el amargor, si bien pueda ser saaz, y en cierto momento resulta agradable, luego se vuelve bastante vaporoso, dejando un regusto más bien áspero. Como bien indican en la web, debe de beberse muy fría, y quizá así, se disfrute bastante más. Me remito tanto a la web, porque en la etiqueta de la botella no se indica nada respecto a sus ingredientes. Una cerveza que se deja beber, ideal si es fría para días calurosos. 

También han comentado sobre ésta cerveza Catador y Nicolino.

[26 de Enero del 2008]

jueves, 19 de mayo de 2011

Stella Artois



La Stella Artois viene en un elegante formato de botella, que al destaparla emana un olor fresco. Líquido de tono claro,  dorado y cristalino. Provoca poca espuma su volcado en la jarra, que además desaparece al poco, en esta ocasión. Eso sí, quedan suspendidas ciertas débiles nubecillas rasgadas.

El primer sorbo es muy refrescante. La malta es suave, y el amargor tarda un poco en llegar completamente. Es un primer trago revitalizante. Se combina bien el final de la fase de malta con el comienzo de la del lúpulo. Aunque conforme se bebe, el amargor va manteniéndose más. No es especialmente intenso, pero es denso.

Por lo que leo, es cerveza de larga tradición (desde el s.XIV, según reza la etiqueta), otra cosa es lo industrializada que esté hoy en día, marca conocida y cada vez más extendida, gracias a InBev. No sé porque siempre la asocio a Italia, pese a ser una cerveza belga.

Se va bebiendo. La malta no acaba de despertar, y el amargor en seguida lo asume todo. No obstante, tampoco encuentro que se trate de un amargor especialmente destructivo. Quizá se hace un poco largo su regusto. Al final del trago, deja un eco, que tras unos momentos, toma un cariz un poco diferente, sutilmente diferente, pareciendo exaltarse levemente. Pero cae de nuevo a la oscuridad amarga y vaga, propia del lúpulo. Resulta refrescante, eso sin duda. Quizá no nos evoque a praderas verdes, no es un tono campestre como la Pilsen Urquell o Budvar, pero es refrescante al fin y al cabo. Sin embargos el amargor es bastante persistente. Eso provoca que, para paliarlo un poco, se vaya bebiendo con bastante frecuencia.

El último trago es un tanto aguado, el amargor principal un tanto adormecido.

Pensaba que me iba a sorprender de algún modo esta cerveza, pero no la encuentro tan extraordinaria como imaginaba. Pese a todo, creo que es una buena cerveza. Muy refrescante. Con un amargor elevado, eso sí. O más que elevado, persistente. La malta no llama especialmente la atención, pero está ahí. 

Frankeinas también la probó, y Catador. En Malta Nostrum le dedican una curiosa entrada desde el aspecto coleccionista.

(23 de Enero del 2008)

martes, 8 de febrero de 2011

Miller Genuine Draft



La forma de la botella es la típica que nos podríamos imaginar en un soleado Estados Unidos sureño. Recuerdo que en la gran película “Una historia verdadera”, el protagonista, en cierto momento antes del desenlace tras haber recorrido muchos kilómetros, decide que ya es hora de tomarse una cerveza en una gasolinera, pues hacía mucho que no probaba una. Y resulta que se toma una Miller. Pero bueno, por más genuina que se proponga ser, reza en la etiqueta que ha sido (la que tengo en la mano) elaborada y embotellada en la UE. También podemos leer en dicha etiqueta, que además de malta de cebada, agua y lúpulo, se ha incluido jarabe de maíz.

Al destaparla asciende olor a malta al principio, para ser más bien como a lúpulo al poco. Olor decente a cerveza fresca después de todo. No obstante, creo notar cierto tono particular que no atino a identificar… quizá sea por el jarabe de maíz, o sea sugestión propia. El color ya se veía a través de la botella: cerveza trasparente y dorada.

Primer sorbo: Peculiar. Un tono a malta fresco, pero apagado de entrada. El amargor es muy débil, pero hay un “algo” final que no es malta. Es como un frescor que para nada resulta amargo, más bien dulce.

Es muy suave esta cerveza. ¿Dónde está el lúpulo? El trago es amortiguado y con sordina. Destaca por su ausencia de amargor. Quizá, muy al final, hay un regusto que parece querer ser ése amargor que esperaríamos. El acto comienza por ser malta, una malta que me parece un poco maquillada de alguna manera, pero que, hay que reconocerlo, resulta apetecible. Pese a todo, encuentro un tanto aguada la cerveza. Cuando se está finalizando un trago, que el líquido está ya cayendo más allá de la lengua, sobreviene una especie de sabor suavísimo y liviano. La fase de malta, con todo, se hace agradecida, y más en un día de calor.

Es como una cerveza hecha para gustar y refrescar. Como una cerveza que quiere ser refresco. Se bebe rápido, y más si está bien fría. El lúpulo se esconde. Hace un trabajo en la sombra, apoyando a la malta cuando va ya a terminar su fase, pero luego, en vez de salir y manifestarse, todo queda disfrazado por ese sabor más o menos dulzón, fresco, y que nos puede engatusar como a niños.

Es un tanto peculiar, cuando menos, la cerveza en conjunto. Pasa bastante bien, muy fluida, que digamos. Quizá lo más intenso que tenga sea la fase de malta. El amargor es un eco muy posterior. El trago último queda algo aguado, la malta y el jarabe se mantienen, aunque quizá sutilmente alterados.

En fin, una cerveza un poco diferente. No me parece mala, pero hecho de menos a nuestro amigo el lúpulo. La malta es refrescante, aunque tampoco la encuentro especial. Todo viene como barnizado en un tono dorado que pretende imprimir frescor cereal, y añade un poco de dulzor. Seamos comprensivos, es una cerveza decente, para mí, porque tampoco es que me haya desagradado. Quizá más para tomarla sin esperar nada que para degustarla. Muy poco amarga y quizá demasiado plana. Servir bien fría, eso sí. A saber cómo es la oriunda estadounidense... 4`7% . Tiene su propia página web.

(Enero del 2008)

jueves, 3 de febrero de 2011

Bass Pale ale



Retomemos con una cerveza elaborada en Inglaterra, y con ya bastante bagaje a lo largo de un par de siglos.

Al destapar la botella, aflora un olorcillo fino a cerveza, pero intenso. Una vez en la jarra, podemos observar que el líquido es de un tono cobrizo. Aflora un aroma delicado y fresco.
Demos el primer sorbo: efectivamente, refrescante. Malta sabrosa, que toma un cariz más exaltado hacia el final del trago, donde ya sobreviene el amargor del lúpulo, que tarda bastante en llegar, o en elevarse del todo, pero es comedido y suave.

El matiz de la malta es claro y aporta frescura. Fluye hasta el fondo, cambiando ligeramente a un tono más tenso, un poco más oscuro, que comienza a conjugarse con un amargor que se expande con tranquilidad. Parece dejar un ligero regusto un poco seco.

La verdad es que se bebe muy bien, va pasando muy gustosamente, y se disfruta. Me sorprende lo bien que se mezclan el amargor y la malta. Muy equilibrada en este sentido. El amargor es bastante suave y diáfano. Pero a la vez, está presente aunque sin atosigar. Cumple su papel. Creo que estamos ante una buena (Pale) Ale.

En conjunto, es refrescante. Me parece que logra cierta personalidad (muy británica, eso sí). La fase malta resulta quizá más protagonista. No noto que esté afrutada de alguna manera. La malta, quizá, si se bebe demasiado seguido, puede resultar un poquito empalagosa.

Que no se pase el apunte: en mi caso, genera poca espuma, y se diluye muy rápido. Pasearla por la boca no es mala cosa. Parece que se aviva el sabor, que se despierta. El trago es fluido, ¡sin darte cuenta casi ya se ha acabado!

Último trago (ya veis, la cerveza se comienza con un sorbo, y se acaba con un trago). Ha resultado un poco aguado. La fase del trago de malta, es, en cambio, más intensa pero más breve, y el amargor se intensifica levemente.

En definitiva, me ha gustado mucho esta cerveza. Me ha parecido que ofrece diversidad de tonos, y tanto un amargor como una malta bien conjugados. Quizá un amargor suave, y a veces un poco empalagosa la malta en momentos puntuales. Pero una rica cerveza al fin y al cabo. Un muy buena cerveza. (5’1%).


(Enero 2008)

También ha escrito sobre cervezas Bass Nicolino, y Malta Nostrum dedicó un curioso apunte sobre el arte y Bass.