A.K. DAMM ( De Damm)

Olor suave, pero fresco. De tono ámbar claro.

Sabor inicial suave, fresco, pero peculiar, y sabroso. Un comienzo del final de trago refrescante, que da paso a un amargor suave, pero grave (¡He repetido tres veces el adjetivo “fresco” en tres frases seguidas, oh mierda!). Produce una intensidad media-alta de picor en la lengua (cuando se mantiene el líquido en la parte delantera de la boca, sumergiendo en él la punta de la lengua).

Es muy agradable el trago, ese instante en que el líquido comienza a ocupar tu boca. Produce un sabor muy gustoso, que da sensación de frescor (otra vez) y como a ¿lúpulo?... no sé..., a alguna hierba fresca... como a estar en la ribera de un río, y sentir esa humedad refrescante que parecen transpirar las orillas de sus aguas. Se bebe muy a gusto. El amargor final se mantiene largo rato, pero de manera muy sutil. Aunque cuando se percibe -se toma conciencia de él-, es de un sabor grave, oscuro, como si se tratara de un recuerdo a ello.

Se bebe apaciblemente, con tragos breves (que no cortos). A lo tonto va pasando rápidamente. Una buena rubia. Con personalidad, para mi gusto. Parece hecha con el lúpulo más fresco de la huerta. En la etiqueta posterior dicen que “se distingue un inicio amargo y fresco”, va a ser eso lo que quería decir. Creo que esta cerveza alude a la primavera o verano.

El último trago es elegante. Se mantiene en su viveza, pero con un tono amargo un poquito más intenso.

Cuando se toma un buen trago, es estupendo mantenerlo en la boca, y gozar de cómo va tomando ese amargo fresco toda ella. Si son los de Alsacia como dicen en la etiqueta, han logrado una cerveza muy a su carácter. O eso creo. Claro que habrá que degustar las cervezas de allá. Intuyo que, a buen seguro, mucho mejores, me temo.

En cualquier caso, ésta que nos ocupa, es una buena cerveza – y fresca, para remarcarlo aún más, por si no lo he repetido poco (así pues, tomarla ligeramente fría).

Alcohol 4’8 % del volumen.